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FGL con sus sobrinos Manolo y Tica, 1935

Vicenta Lorca y FGL, 1935

FGL y Miguel Pizarro, años 30

FGL en su habitación, 1935

[Por las noches] Federico no se dormía, abría su balcón, echaba la persiana y se ponía a escribir según él hasta que entraba la luz, cerraba el balcón y entonces se dormía. Dormía sin duda profundamente, pues en esa casa no se guardaba ningún silencio. Yo [solía entrar] en su cuarto cuando él salía a leer lo que había escrito. Siempre me producía sorpresa y admiración, y él entraba y me preguntaba: ¿te gusta?, y yo contestaba: sí, pero no sé por qué, y él me contestaba: basta y sobra, como te puede gustar un cuadro, una música, un paisaje. Abría mucho sus penetrantes ojos y se quedaba muy serio.

Isabel García Lorca
Recuerdos míos

 

 

La vida cotidiana del poeta en los veranos que pasó en la Huerta de San Vicente consistía en descansar junto a su familia, visitar o recibir a sus amigos (Manuel de Falla, Miguel Pizarro, Antonio Gallego Burín, Manuel Ángeles Ortiz, Eduardo Blanco Amor, Eduardo Rodríguez Valdivieso, etcétera), y sobre todo escribir. Si al principio era una visita obligada entre sus agitados años madrileños de la Residencia de Estudiantes, a partir de 1931 comienza a ser el refugio necesario para su escritura, en el contexto del reencuentro con el paisaje de sus orígenes, la familia, la simplicidad campesina.

Las cartas escritas durante este periodo describen aspectos de su vida cotidiana, dan cuenta de sus crisis espirituales y sentimentales y anuncian las obras que escribe, su evolución estética. El Epistolario completo editado en 1997 por Andrew Anderson y Christopher Maurer nos permite, por el momento, precisar en un número no inferior a 31 las cartas escritas por Lorca desde la Huerta.

Ahora vivo en la Huerta de San Vicente de la Vega, recientemente adquirida por mi padre. El jardín tiene una cantidad prodigiosa de jazmines centenarios. Yo trabajo.
- A Javier Garau, 1926 -

El verano se acaba y yo sigo colgado, sin el menor atisbo de iniciar mi labor de poeta dramático. Yo no sé qué hacer y estoy fastidiado, porque como mis padres no ven nada práctico en mis actuaciones literarias están disgustados conmigo.
- A Eduardo Marquina, 1926 -

Hay tantos jazmines en el jardín y tantas damas de noche que por la madrugada nos da a todos en casa un dolor lírico de cabeza.
- A Jorge Guillén, 1926 -

Ahora estoy como sabes en la Huerta de San Vicente, junto a Granada. Aquí estoy bien, la casa es muy grande y está rodeada de agua.
- A Ana María Dalí, 1927 -

Estoy en plena bucólica, todo el día comiendo exquisita fruta y cantando en el columpio con mis hermanos, y hago tantísima tontería que a veces me avergüenzo de la edad que tengo.
- A Sebastià Gasch, 1927 -

Estoy en la Huerta de San Vicente, una preciosidad de árboles y agua clara, con Granada enfrente de mi balcón, tendida a lo lejos con una hermosura jamás igualada.
- A Melchor Fernández Almagro, 1928 -

Estoy enfrascado en la Oda al Santísimo Sacramento del Altar. Veremos a ver. Es dificilísima. Pero mi fe la hará.
- A Jorge Zalamea, 1928 -

Hago también la Oda a Sesostris, el Sardanápalo de los griegos, llena de humor y ritmo dionisíaco.
- A Sebastià Gasch, 1928 -

     

Tú no te puedes imaginar lo que es pasarse noches enteras en el balcón viendo una Granada nocturna, vacía para mí y sin tener el menor consuelo de nada.
- A Jorge Zalamea, 1928 -

Todo el día tengo una actividad poética de fábrica. Y luego me lanzo a lo del hombre, a lo del andaluz puro, a la bacanal de carne y de risa. Andalucía es increíble. Oriente sin veneno. Occidente sin acción. Hoy hace un día gris en Granada de primera calidad. Y a pesar de todo no estoy bien ni soy feliz.
- A Jorge Zalamea, 1928 -

No puedo escribir. Estoy nervioso, bajo una higuera espléndida, en pleno campo granadino, y luchando con este lápiz estúpido. Aquí en Granada me divierto estos días con cosas deliciosas. Hay un torerillo...
- A Rafael Martínez Nadal, 1930 -

Yo estoy ahora en pleno trabajo y muy contento de este paisaje y de esta encantadora familia que tengo.
- A La Argentinita, 1931 -

Yo trabajo mucho. Ahora mismo mi casa está llena de canciones de cuna para dormir a la niña, y ya están dormidas mi mamá, mis hermanas, mi papá, los árboles y los perros, menos la niña, que no se duerme nunca.
- A Carlos Morla Lynch, 1931 -

Trabajo. Ya voy por el tercer acto de mi pieza Así que pasen cinco años, cuya idea tanto gustó a Bebé.
- A Carlos Morla Lynch, 1931 -

He terminado Así que pasen cinco años, estoy en cierto modo satisfecho, y llevo mediado el drama en verso para la Xirgu. He sido como una fuente. Día, tarde y noche escribiendo. Algunas veces he tenido fiebre.
- A Regino Sáinz de la Maza, 1931 -

Aquí estoy terminando la última escena de Yerma y planeando Doña Rosita o el lenguaje de las flores. Dentro de unos días estaré en Madrid para marchar a Santander con la Barraca. A mi vuelta te vendrás conmigo a la Huerta de San Vicente, en la que podrás estudiar y disfrutar este silencio y este prodigioso olor de jazmines.
- A Rafael Martínez Nadal, 1934 -

 

FGL trabajando en su habitación, 1935  

En la Huerta de San Vicente García Lorca trabajó, en su totalidad o en parte, en las siguientes obras:

    Oda al Santísimo Sacramento del Altar (1928)
  Oda a Sesostris (1928)
  Imaginación, inspiración, evasión (1928)
  Romancero gitano (1928)
  Así que pasen cinco años (1931)
  Bodas de sangre (1932)
  Yerma (1934)
  Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935)
  Diván del Tamarit (1931-35)

Federico García Lorca llegó a la Huerta de San Vicente el 14 de julio de 1936. El día 18,  festividad de San Federico, se anunció la sublevación militar contra la Segunda República. El 20 de julio se produjo el alzamiento en Granada. El poeta permaneció en la Huerta hasta el 9 de agosto, y tras una serie de graves incidentes se refugió en Granada, en casa de la familia Rosales. Fue asesinado en Víznar el 18 de agosto.


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